sábado, septiembre 18, 2010

PERCEPCIONES DE GÉNERO


Nunca había conocido esta sensación entre la náusea y el odio. Pero estos días cada vez que un hombre, individuo del sexo masculino se cruza en mi camino lucho con la idea de encajarle algo filoso en cada parte de su cuerpo.



Todos andan por ahí con esas ínfulas de galanes, con esa personalidad sobreestimada de la escoria humana que son.



Capaces de mentir, engañar, y deslindados totalmente de consciencia en sus acciones y sin emociones. Con aires de conquistadores que quieren explorar todos los territorios de la piel. Niños prejuiciosos adoradores de la materia.



Buscando satisfacción a su modo, en cada ser. Devoradores de espacios, de mentes, de sentimientos. Confundidos en el respeto, en los límites.



Malditos egos inflados en los que antes yo creía. En los que años atrás confiaba. En los que aún les confería la esperanza del despertar.



Pero me he dado cuenta de que al menos en esta era no estarán preparados más que para la autosatisfacción de los impulsos más primitivos y viles de la historia.



Regodeándose en sus minúsculas habilidades para crear un harén imaginario de mujeres débiles.



Burlándose de aquellas que se resisten a ser sólo sus objetos de placer.



Y estoy molesta no por alguna ofensa personal, sino porque cuando camino por las calles de la ciudad los veo como fenómenos sin pudor, con la saliva escurriendo de sus comisuras y alcanzo a escuchar sus pensamientos respecto al género femenino.



Tantos años víctimas del engaño sobre que los hombres podían aprender a amar y sólo patrañas. Mentiras y más mentiras acumuladas sobre la vida emocional de los varones.



Miles de textos en torno a la igualdad pero sé ahora que pertenecemos a especies diferentes. Monstruos horrorosos, animales primitivos.



Y ahora que los evito, que prefiero la indiferencia; ahora es que posan sus pseudo ojos en mí. Como si hubieran detectado el desdén y el odio que resuman mis poros.



No volveré a mirarlos con ternura.



Y aquel que se atreva a acercarse a mí con sus palabras manchadas de lujuria recibirá el embate de todo lo que he visto y leído en sus mentes.

miércoles, septiembre 15, 2010

NOTICIAS DE ABANDONO


Me lo volviste a hacer, esa rutina tantas veces repetida. Mi corazón otra vez sobre el asfalto.

Pero si lo analizo bien, tú no eres la causa. Lo son mi deficiencia de dignidad y los tremendos huecos de cariño que aún conservo. Por qué me sigo conformando con las sobras, con los platillos fríos, con los toqueteos apresurados, con los desechos de la piel. Y esto es una violación, sí una violación de mí misma hacia mi pobre vida emocional.

Me convierto en algo despreciable cuando tengo que arrastrarme como un can hacia tu mano que acercas con desdén.

Aguanto el vacío que dejas a mi lado, te permito que arranques destellos de ternura e ilusión en mí, para que después de saciarte te vayas sin mirar ni una sóla vez atrás.

En estos momentos odio el control que te he conferido sobre mi mente y también sobre mi cuerpo. Porque cuando estoy contigo me hundo voluntariamente en esa neblina de tus palabras. En el brillo engañoso de tus ojos. En el calor artificial de tu abrazo.

Ahí me parece que el tiempo se detiene y me vuelvo a creer el discurso de un futuro sin soledad.

Pero siempre te vas, siempre te alejas, y las conversaciones que tenemos ya no sé si son una burla que haces de mi recalcitrante ingenuidad. Si todo es sarcasmo, qué parte es verdad.

Sólo queda la incertidumbre de cuándo volverás y la certeza de que tu estadía será breve y me dejarás.

Te odio cuando te alejas y me dejas aquí ardiendo a solas.

martes, septiembre 07, 2010

DISEÑO DE INTERIORES




Es curioso pero siempre que estoy contigo me dan ganas de llorar.







Al principio pensaba que era el amor que todavía te guardaba en mi interior, la impotencia de dejarte ir, la nostalgia de los buenos momentos juntos. Pero seguíamos saliendo sin esperanzas de regresar, sin más ataduras que los minutos en compañía y esa nostalgia no desaparecía.







No sé cuánto tiempo pasó desde que terminamos y en que me di cuenta de lo que en realidad pasaba.







Me descubrí mirándote pero sólo como una etapa de mi vida, no como individuo, no como pareja, no con amor.







Eres un símbolo que representa el tiempo donde me sentía plena, segura de mí misma, era una guerrera en la lucha de mis convicciones, mis emociones, mi integridad. Eres el ícono del periodo donde enterré mis sueños, mis ilusiones. Eres el verdugo de mi romancitismo empedernido, eres el candado de mis impulsos.







Me dí cuenta que los recuerdos que tengo de nuestro pasado en común, son prefabricados por mí, por mi inconsciente protector de todas las heridas y desdenes, de tanto aguantarte los desprecios, de no encontrar respuesta en esos labios, de tanto intentar entrelazar mi cuerpo con el tuyo para formar una unidad que nunca logré.





En el ahora, esos días se diluyen y este ser no siente nada más. Ninguna emoción intensa logra conmover mis fibras. Me morí y hasta hoy me di cuenta de la poca materia que me forma. Y por más que añore, la factura del tiempo se cobró con mi memoria.