martes, septiembre 07, 2010

DISEÑO DE INTERIORES




Es curioso pero siempre que estoy contigo me dan ganas de llorar.







Al principio pensaba que era el amor que todavía te guardaba en mi interior, la impotencia de dejarte ir, la nostalgia de los buenos momentos juntos. Pero seguíamos saliendo sin esperanzas de regresar, sin más ataduras que los minutos en compañía y esa nostalgia no desaparecía.







No sé cuánto tiempo pasó desde que terminamos y en que me di cuenta de lo que en realidad pasaba.







Me descubrí mirándote pero sólo como una etapa de mi vida, no como individuo, no como pareja, no con amor.







Eres un símbolo que representa el tiempo donde me sentía plena, segura de mí misma, era una guerrera en la lucha de mis convicciones, mis emociones, mi integridad. Eres el ícono del periodo donde enterré mis sueños, mis ilusiones. Eres el verdugo de mi romancitismo empedernido, eres el candado de mis impulsos.







Me dí cuenta que los recuerdos que tengo de nuestro pasado en común, son prefabricados por mí, por mi inconsciente protector de todas las heridas y desdenes, de tanto aguantarte los desprecios, de no encontrar respuesta en esos labios, de tanto intentar entrelazar mi cuerpo con el tuyo para formar una unidad que nunca logré.





En el ahora, esos días se diluyen y este ser no siente nada más. Ninguna emoción intensa logra conmover mis fibras. Me morí y hasta hoy me di cuenta de la poca materia que me forma. Y por más que añore, la factura del tiempo se cobró con mi memoria.



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