jueves, agosto 03, 2006

Hace tanto tiempo que el sexo no me visita, que ya olvidé las estrategias del placer.

Recuerdo que en las artes del deseo me desempeñaba sobresaliente. Ahora la memoria como las huellas de caricias tapizan mi piel, como las hojas dejadas por el otoño sobre los caminos sin final.

Las yemas de los dedos antes tan solícitas a prodigar el roce desencadenante de las sensaciones han desarrollado callos-barreras que me prohiben el sentir.

Mi espalda se ha agrietado por la falta de humedad y mis labios han perdido la forma humana y parecen más suturas incompletas de heridas milenarias.

El corazón se ha gangrenado y pulsa lenta y débilmente, creo que pronto va a detenerse.

Ni siquiera un degenerado o un satiríatico presta atención a mis débiles gemidos que en las noches quiero arrancar de este cuerpo, de estos jirones de piel que no hacen más que sangrar la soledad.

La sal hace costra y me estoy volviendo un tanto rígida, un tanto amarga, y pierdo la definición del amor conforme pasan los minutos, las horas y los días. No me reconozco más frente a los espejos que devuelven imágenes borrosas del pasado.

Creo que esta noche será la última que intento rescatar algo vivo de la luna, que me mira desdeñosa desde su lejanía con su brillo presuntuoso ante mi devastación humana.

1 comentario:

J.S. Zolliker dijo...

Muy fuerte, pero muy bueno. Y si llegara a ser cierto, date seguridad. No esperes, busca. Y cuidate. Saludos!