martes, octubre 17, 2006

NOCHE DE MUERTOS

Se acerca el día de muertos. No es una fecha para emborracharse y viajar a lugares misteriosos o conocer panteones e inventar leyendas urbanas. Este día es una fiesta muy especial. Es el día, mejor dicho, es la noche en que según las creencias populares en las que se mezcla el conocimiento pagano, el religioso y las tradiciones, se recibe la visita de los familiares que ya cruzaron el río de la muerte.


Para ello miles de personas la gran mayoría indígenas, prepara altares que son un conjunto de elementos que darán las señales necesarias para que nuestros difuntitos no se pierdan en el camino y lleguen a su morada para deleitarse con lo que en vida era de su predilección. Para alimentarse de la esencia de los alimentos y un par de sorbos de su veneno alcohólico preferido.


Primero que nada recordemos que las prácticas paganas siempre incluyen a la naturaleza en sus ritos, y esta celebración no es la excepción. En el altar de muertos famoso siempre están representados los cuatro elementos que hacen posible que los espíritus atraviesen las dimensiones para hacerse presentes en este plano material. Decíamos pues que los elementos se representan en el altar como sigue: nunca debe faltar un recipiente con agua (agua), debe haber incienso o copal y veladoras (fuego), hay que colocar un montoncillo de tierra aunque sea de macetas o un poco de cenizas de fogón (tierra), y finalmente se tiene que poner una campana para tocarla en el momento indicado y dar la bienvenida a los espectros (aire). Otro elemento que no debe faltar es la sal agraviada durante generaciones con características mágicas, místicas y de mal agüero. Recordemos la famosa frase "compartir el pan y la sal", nunca debe faltar la sal en ninguna mesa, y que conste que no es por superstición. La sal es el condimento más barato y más utilizado en nuestra cocina mexicana. Unos dicen que la razón para poner sal en los altares es para que el cuerpo no se corrompa.


Hay que construir un camino con velas o veladoras que nos conduzca al altar, este sendero debe estar colocado mirando hacia el oriente y es para guiar a los espíritus de los finados hacia su morada. Al final de esta vía debe haber un arco adornado con flores y muy cerca o sobre este alusiones a los cuatro puntos cardinales para que el espíritu se ubique y encuentre su camino de regreso.

Hay culturas que tienen como requisito que el altar esté dividido en niveles, unos manejan 7 escalones para recordar los 7 pecados capitales. Lo cierto es que tratemos de conservar esta tradición entre la gente más joven. No importa si lo hacemos con 3, 5 o 7 escalones, o si lo ponemos a ras del suelo. Sea cual sea la forma como construyamos nuestro altar, no olvidemos dedicarlo, pondremos la foto de algún ser querido fallecido o la de algún personaje importante en nuestras vidas sin importar si es famoso o no. Démosles una ofrenda con los objetos, comida, bebida o vicio preferido del difuntito.


El continuar esta práctica mantiene un vínculo entre la tristeza profunda y la alegría discreta que comprende el proceso fisiológico de la muerte.


Parquita querida ya tengo todo lo necesario para recibirte en mi morada. Las señales están claras, no te perderás en el camino. Mi pecho está tibio para que te sientas protegida, porque esta noche, es tu noche. Y yo soy eternamente tuya.

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