miércoles, febrero 22, 2006

SOLILOQUIO
Tanto tiempo lidiando entre la niebla, discutiendo con las paredes de metal, carcomiendo las entrañas y tejiendo sueños platónicos en la mente.
Viviendo con dos seres que luchaban en tú interior, los dos distintos en personalidades, unas veces tierno y sincero, y otras el abraxas que renacía convirtiendo en cenizas todo lo que toca.
Seis años de soñar con dos hemisferios pero un sólo cuerpo. Un cuerpo con una polaridad , con un deseo, una imaginación viajera que se alejaba cada vez más del camino del otro cuerpo. Líneas perpendiculares que terminaron por prolongarse hasta el infinito. Tranquilidad engañosa de momentos que duraban menos que un suspiro.
Miedo de perderte, ganas de aferrarme con las uñas y los dientes a una sombra. A una imagen que mis ojos y sentidos me transmitían con astuto autoengaño.
Soledad, acompañada pero falsa. El frío, la vista en gris, el dolor, el miedo, la angustia permanente. Sentimientos en masa y bien revueltos. Dolor que grita a través de las lágrimas, ese llanto negro, ese llanto particulado que se clava dentro de los ojos.
El dolor de la separación, la fobia a la soledad. La vacuidad presente ahora entre las células, huellas apenas tangibles en la piel.
Los recuerdos putrefactos infectan la poca sensibilidad que queda en este cuerpo maltrecho. Maltratado por los furiosos embates del amor visceral, de la entrega diaria y sin respuesta. Dedos sangrantes y cansados de tocar y tocar puertas. Manos agrietadas de tanto mendigar afecto, de suplicar las sobras de un abrazo o de un beso.
Todo ha terminado, la frialdad de la plancha me recuerda cuando tenía órganos, perdí el corazón en la batalla, los ojos se secaron, la piel perdió la memoria de los olores, de las texturas.
Sólo conservo un recuerdo multicolor, y la esperanza de reconstruirme lentamente después de este duro descarrilamiento.
"Nadie aprende, nadie aspira, nadie enseña a soportar la soledad." Friedrich Nietsche

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